Desgraciadamente, en la
actualidad, el tema del suicidio ha suscitado y sigue suscitando una gran cantidad de concepciones erróneas acerca del mismo. Tanto es así que “en
nuestra sociedad es una realidad incómoda, algo tabú de lo que uno se avergüenza
(Psiky)”. Y, créanme cuando les digo que no es tan difícil como pensamos, caer
en la conducta suicida.
Datos actuales sobre el suicidio.
En la actualidad, la Organización
Mundial de la Salud ha declarado el suicidio y sus tentativas como uno de los
problemas de salud más graves. Y no es para menos. Según la OMS, el suicidio es
la segunda causa de defunción entre las personas de 15 a 29 años, más de
800.000 personas se suicidan cada año y se da una muerte por suicidio cada 40
segundos. Concretamente en España, las cifras de muerte por suicidio superan
considerablemente a las de muerte por accidente de tráfico.

El suicidio es un problema
complejo para el cual, no existe una única causa, sino que, por el contrario, implica
una compleja interacción multifactorial. Es por tanto que, resulta difícil explicar
por qué algunas deciden atentar contra su vida mientras que otras, en una
situación similar o incluso más graves, no lo hacen.
“El reto que plantea la desesperación del suicidio es encontrar otras
maneras de resolver sentimientos intolerables”

La mayoría de las personas que
piensan en suicidarse realmente no quieren morir, solo desean liberarse de
ciertos estados intolerables de sufrimiento. Por ello, a menudo conviven con
una habitual ambivalencia entre las razones entre vivir y morir.
Mitos sobre la persona con ideación suicida.
Paradójicamente, a pesar de todos
estos datos, la mayoría de los casos de suicidio pueden prevenirse. Sin embargo,
los mitos existentes sobre la persona con ideación suicida dificultan y entorpecen
enormemente la prevención de dicha conducta. Al convertirse en un tema tabú dentro
de nuestra sociedad, las personas que presentan ideación suicida no suelen buscar
la ayuda de un profesional.
Mito 1: preguntar a una persona si está pensando en suicidarse puede
incitarle a hacerlo.
La evidencia demuestra que
preguntar y conversar con la persona sobre la idea de pensamientos suicidas, disminuye
de forma considerable el riesgo de llevar a cabo el acto. Por ello, si tenemos
algún conocido o familiar que pueda estar en esta situación, preguntar y
escuchar sus pensamientos y emociones aliviará su tensión. Para ello, resulta
de vital importancia adoptar una disposición de auténtica escucha y respeto. ¡Nada
de alarmarse, discutir o minimizar estas ideas!
Mito 2: la persona que expresa que desea acabar con su vida nunca lo
hará.
En esta cuestión la evidencia ha
demostrado que, con frecuencia, la mayor parte de las personas que han
intentado suicidarse previamente, habían expresado dicha intención o bien con
palabras, con cambios conductuales o en forma de amenaza. Por tanto, estas
verbalizaciones no deben nunca, ser consideradas como alarde, chantaje o manipulación
de la persona con un fin determinado.
Mito 3: la persona que se quiere suicidar no lo dice.
Parece ser que 9 de cada 10
personas que se suicidan, expresan claramente sus propósitos y la otra, dejó
entrever sus intenciones de acabar con su vida de una forma u otra. La realidad
es que solo un escaso número de suicidios se producen sin aviso. Es esencial
que si, detectamos que alguien se encuentra en situación de riesgo, preguntemos
sobre ello y nos tomemos en serio cualquier amenaza de autolesión.
Mito 4: el suicidio es impulsivo y la mayoría de los suicidas no avisa.
El suicidio, como se ha
mencionado anteriormente, puede ser resultado de una cuidadosa planificación
previa o de un acto impulsivo repentino. En ambos casos y por lo general,
existen signos directos o indirectos, verbales y no verbales, pistas o
advertencias del riesgo suicida. Por ello, en la prevención, juega un papel
esencial aprender a detectar señales de inminente riesgo y que conozcamos que
factores reducen o incrementan su aparición.
Mito 5: solo las personas con problemas graves se suicidan.
Ya se ha comentado que el
suicidio es multicausal y que, lo que para unos resulta una nimiedad, para
otros supone una terrible situación de desesperación y dolor. Al respecto, podría
no ser acertado valorar desde nuestro de punto de vista, lo que para otras
personas puede o no ser grave ya que puede llevar a que infravaloremos el dolor
que les puede estar causando.
Señales de alerta para la detección del riesgo suicida.
Muchas personas evidencian sus
intenciones a través de ciertos síntomas o signos que hacen posible la
detección del riesgo suicida. Conocerlas, supondría un importante factor de minimización
de dicho riesgo. La identificación de estas señales de alerta está directamente
relacionada con la presencia de la ideación suicida. Aun así, que no se
detecten, no significa que la persona no pueda llevar a cabo una tentativa de
suicidio.
- Comentarios negativos sobre si mismo, su vida o sobre el futuro: no valgo para nada, soy un inútil, estaríais mejor sin mí, estoy cansado de luchar, soy una carga para todos, las cosas no van a mejorar nunca.
- Comentarios o verbalizaciones relacionadas con el acto suicida o la muerte: me gustaría desaparecer, quiero descansar, no quiero seguir viviendo, me pregunto como sería la vida si estuviera muerto, nadie me quiere y es preferible morir…
- Despedidas verbales o escritas: “quiero que sepas que en todo este tiempo, me has ayudado mucho”
- Cambio de conducta en dos sentidos: claro aumento de la irascibilidad, la irritabilidad, ingesta de alcohol en frecuencia inusual o en cantidades superiores a la habitual o, por el contrario, la aparición de un periodo de calma y tranquilidad repentina tras una gran agitación. En este ultimo caso, considerar la situación como una mejoría puede ser un gran error, siendo una importante señal de peligro inminente.
- Aparición de laceraciones recientes en el cuerpo.
- Regalar objetos muy personales, preciados y queridos.
- Cerrar asuntos pendientes.
- Preparación de documentos para cuando uno no esté.
- Tener disponible unos teléfonos de emergencia o ayuda.
- Limitar el acceso a posible medios lesivos.
- No dejarle solo: involucrar a las familias y a los amigos.
- Mejorar las habilidades: escuchar y preguntar.
- Autocuidado de la familia y del entorno. También ellos pueden necesitar la ayuda profesional.
Referencias:
Guía para familiares: detección y prevención de la conducta suicida en personas con enfermedad mental de la Comunidad de Madrid.
Guía para trabajar el suicidio en la terapia. https://www.psiky.es/practica-clinica/tratamiento/suicidio/