miércoles, 13 de septiembre de 2017

¿POR QUÉ NO PUEDO DORMIR? ¡MALDITO INSOMNIO!

Seguramente todos y cada uno de nosotros hemos padecido o padeceremos episodios de insomnio a lo largo de nuestra vida. Mientras sea un hecho puntual, no existe inconveniente alguno salvo que, al día siguiente, el día suele hacerse mucho más largo de la cuenta. En algunos casos y por suerte, la solución pasar por establecer ciertos hábitos de higiene del sueño que han podido perderse (se explican al final). Sin embargo, cuando estos episodios tienden a repetirse con cierta insistencia, puede llegar a conformarse lo que clinicamente se conoce como trastorno por insomnio (DSM-V)

El insomnio se caracteriza principalmente por la dificultad para el inicio o el mantenimiento del sueño o despertar con la sensación de no haber tenido un sueño reparador a lo largo de las supuestas horas de descanso.

Además, las personas que padecen el temible insomnio a menudo, presentan despertares frecuentes durante el transcurso de la noche por lo que, al día siguiente, se muestran fatigosos y cansados. A su vez, y de forma inevitable, esto repercute en su rendimiento laboral, social y de otras áreas importantes de la vida llegando a convertirse en un auténtico calvario.



En la mayor parte de los casos el insomnio suele ser algo transitorio. En un 80% de estos casos, los factores psicológicos están estrechamente relacionados con los episodios insomnes: situaciones estresantes, cambios ambientales, situaciones de alta carga emocional o cambios de horarios, entre otros muchos ejemplos.

El tratamiento farmacológico ¿es recomendable?

En determinadas situaciones, pueden usarse exclusivamente un tratamiento farmacológico. Los fármacos más utilizados para la inducción del sueño son las benzodiazepinas. Sin embargo, ni estas, ni ningún otro fármaco inducen el suelo de una forma similar a la normal.

Por otra parte, un incorrecto uso de las benzodiacepinas (tomarlas sin prescripción médica o tomar las dosis a su antojo) puede llegar a acarrear efectos colaterales en el paciente como adicción a estos fármacos o síndrome de abstinencia cuando se lleva a cabo la interrupción del tratamiento. Además, durante la vigilia, pueden aparecer efectos no deseados derivados incluso, de un consumo eventual como alteraciones en los tiempos de reacción, en la velocidad motora, en la coordinación y en otras funciones cognitivas. Y lo que es más importante, cuando el insomnio se debe a factores psicológicos, la farmacología puede reducir los síntomas pero, en ningún caso, va a suprimir el problema o los factores que lo están provocando.

Por suerte, está demostrado, que la mayoría de los trastornos del sueño se pueden beneficiar de intervenciones psicológicas y, en última instancia, de intervenciones que combinan la terapia con el uso controlado de los fármacos.

¿QUÉ PUEDO HACER CONTRA EL INSOMINIO?

Las intervenciones conductuales para el insomnio son muy variopintas:

Relajación: las técnicas de relajación son especialmente recomendables cuando existe en el insomne, una importante activación fisiológica. La relajación progresiva, la meditación o el entrenamiento en imaginación antes de dormir, son técnicas que han sido validadas empíricamente y han mostrado su eficacia en el tratamiento del insomnio.

Intervenciones cognitivas: aunque existen varias técnicas, una de las que más eficacia ha demostrado es la intención paradójica.  Esta, consiste en instruir al paciente que intente permanecer despierto tanto tiempo como le sea posible. Esta técnica está basada en la idea de que es precisamente la preocupación por no poder dormir y la ansiedad que esto genera, la principal causa del insomnio. Las técnicas de distracción también pueden ser de gran utilidad ya que dejan de focalizar nuestra atención en la imposibilidad de quedarnos dormidos: “contar ovejitas” (simplemente, hay que contar y seguir una serie), cantar mentalmente una canción..

Higiene del sueño: más que una técnica, supone una intervención psicoeducativa en la que se instruye al paciente en el aprendizaje de hábitos saludables (relacionados con la alimentación, con la actividad física, siestas…) que favorezcan la inducción del sueño a la hora de dormir: realizar ejercicio regularmente, no fumar antes de ir a dormir, evitar el consumo de grandes cantidades de azúcar y cenas pesadas o sustituir actividades como ver la tele o utilizar el móvil por otras como leer un libro.

Control de estímulos: se trata de restablecer el dormitorio como estímulo discriminativo para el sueño. Desde esta técnica se aconseja:
  • Acostarse solo cuando se tiene sueño.
  • No usar la cama para otras actividades (ver la tele) salvo para dormir (a excepción de las sexuales).
  • Levantarse y salir de la habitación si se es incapaz de dormir (a los 15-20 min)
  • No dormir siesta y levantarse a la misma hora cada mañana
  • Establecer unos horarios regulares para levantarse y acostarse cada día.
  • Establecer una conducta rutinaria previa antes de acostarse que indique la proximidad de la hora de dormir: tomar un vaso de leche, leer un libro, ponerse el pijama...


Manual Cede PIR: Psicología Clínica. Los trastornos del sueño.

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