jueves, 26 de noviembre de 2015

¿Competición aparentemente fácil?¡Evita la relajación!

En el deporte, podemos apuntar a dos tipos de objetivos diferentes: de resultados y de realización. Los primeros, son aquellos que señalan el gado de éxito que se logra en una determiada tarea, ejecución o competición mientras que los segundos, hacen referencia al conjunto de pasos, conductas o pensamientos necesarios para alcanzar los objetivos de resultado.

La diferencia principal entre ambos tipos de objetivos, es que los objetivos de resultado no dependen únicamente del deportista sino que están muy determinados por factores externos que quedan fuera de nuestro control. Por el contrario, los objetivos de realización si dependen exclusivamente del deportista por lo que presentan un alto grado de control. Podría decirse que los objetivos de realización, no garantiza la consecución de los objetivos de resultados pero sí aumenta la probabilidad de que esto suceda, por lo que indican el camino y los pasos a seguir para lograrlos.
Aunque las metas de realización son muy importante sobre todo para observar el progreso de nuestros deportistas y poder premiar los logros conseguidos independientemente del resultado, lo que permite reforzar la autoconfianza y motivación, las metas u objetivos de resultados suponen una herramienta muy útil cuando los deportistas deben afrontar competiciones que puedan dar lugar a la relajación o a un descenso de la intensidad.

Pongamos un ejemplo. Venimos de ganar el último partido, y en el siguiente encuentro, nos enfrentamos a un equipo que se encuentra en puestos bajos de la tabla y que, a simple vista, parece inferior. En estas circunstancias, nuestra percepción de la situación hace que inevitablemente que nuestro cerebro se relaje y bajemos la intensidad. ¿Qué podemos hacer al respecto?

En este sentido, cobra especial relevancia el marcar objetivos de resultados a nuestros deportistas ya que, parece ser, contribuyen de manera potencial a incrementar la motivación cuando necesitamos una dosis de esfuerzo por su parte. Son capaces de aumentar la competitividad y la intensidad por lo que favorecen un mantenimiento adecuado de la actitud y del buen funcionamiento de la persona, durante la competición.

Esto no significa, que debamos dar de lado a los objetivos de realización, todo lo contrario. Su combinación tiene un efecto sinérgico que puede ayudar a alcanzar el rendimiento que buscamos ya que, como se dijo anteriormente, presentan un alto grado de control por parte del deportista al depender exclusivamente de él.


¡Y no te olvides que, aunque los objetivos de resultado deben ser ambiciosos, nunca deben dejar de ser realistas ni de estar adaptados a las características de nuestro equipo o deportista! Deben ser una herramienta de motivación, no de frustración o presión.
Ejemplos. 
https://www.fiba.com/downloads/v3_expe/coac/bask4YounPlay/esp/02_BALONCESTO.pdf