En el deporte, podemos apuntar a dos tipos de
objetivos diferentes: de resultados y de realización. Los primeros, son
aquellos que señalan el gado de éxito que se logra en una determiada tarea,
ejecución o competición mientras que los segundos, hacen referencia al conjunto
de pasos, conductas o pensamientos necesarios para alcanzar los objetivos de
resultado.
La diferencia principal entre ambos tipos de
objetivos, es que los objetivos de resultado no dependen únicamente del
deportista sino que están muy determinados por factores externos que quedan
fuera de nuestro control. Por el contrario, los objetivos de realización si
dependen exclusivamente del deportista por lo que presentan un alto grado de
control. Podría decirse que los objetivos de realización, no garantiza la
consecución de los objetivos de resultados pero sí aumenta la probabilidad de
que esto suceda, por lo que indican el camino y los pasos a seguir para
lograrlos.
Aunque las metas de realización son muy
importante sobre todo para observar el progreso de nuestros deportistas y poder
premiar los logros conseguidos independientemente del resultado, lo que permite
reforzar la autoconfianza y motivación, las metas u objetivos de resultados
suponen una herramienta muy útil cuando los deportistas deben afrontar
competiciones que puedan dar lugar a la relajación o a un descenso de la
intensidad.
Pongamos un ejemplo. Venimos de ganar el
último partido, y en el siguiente encuentro, nos enfrentamos a un equipo que se
encuentra en puestos bajos de la tabla y que, a simple vista, parece inferior.
En estas circunstancias, nuestra percepción de la situación hace que
inevitablemente que nuestro cerebro se relaje y bajemos la intensidad. ¿Qué
podemos hacer al respecto?
En este sentido, cobra especial relevancia el
marcar objetivos de resultados a nuestros deportistas ya que, parece ser,
contribuyen de manera potencial a incrementar la motivación cuando necesitamos
una dosis de esfuerzo por su parte. Son capaces de aumentar la competitividad y
la intensidad por lo que favorecen un mantenimiento adecuado de la actitud y
del buen funcionamiento de la persona, durante la competición.
Esto no significa, que debamos dar de lado a
los objetivos de realización, todo lo contrario. Su combinación tiene un efecto
sinérgico que puede ayudar a alcanzar el rendimiento que buscamos ya que, como
se dijo anteriormente, presentan un alto grado de control por parte del
deportista al depender exclusivamente de él.
¡Y no te olvides que, aunque los objetivos de
resultado deben ser ambiciosos, nunca deben dejar de ser realistas ni de estar
adaptados a las características de nuestro equipo o deportista! Deben ser una
herramienta de motivación, no de frustración o presión.
| Ejemplos. | https://www.fiba.com/downloads/v3_expe/coac/bask4You | nPlay/esp/02_BALONCESTO.pdf |

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